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Estación Literaria: Fabio Rivas Rivera

  • Foto del escritor: Rever Multimedio
    Rever Multimedio
  • 2 ago
  • 6 Min. de lectura


Prioridades

 

Hay cosas más importantes que escribir un poema,

escucharnos sin castigar

hasta que alguien grite de alegría o llore,

todos los bailes húmedos al borde del éxtasis,

la simpatía de los descocidos,

desmembrados,

discapacitados,

confusos,

solitarios,

espantosos,

melancólicos

y sangrientos hijos e hijas

de la era de las nebulosas

 

Mirar a los ojos es más importante que escribir un poema,

acariciar a otro animal que sufre,

cuidar un brote,

la ebullición del agua para un té o una sopa,

el sudor de la rabia,

de la euforia

de lo contenido entre nosotros

cuando nos miramos sin hablar

 

Es más importante la amistad que escribir un poema,

perder una pelea,

vomitar la bilis

caerse,

irse cuando nuestra dignidad

o nuestra vida está en juego

 

Bañarse en una fuente de luz a lo García Márquez,

es más importante que escribir un poema,

huir de la pandera como Silvia Plath

contemplar al cisne con Nogueras

hacer con Claudia una reverencia al misterio

y como Gregory: pararse en una esquina sin esperar a nadie

ser la niña que insiste en preguntar ¿Por qué?

Ser el cuestionamiento que aturde

 

Bacalaos,

maniquís

incendios,

dientes molares,

cortina de baño

el jarrón de tu tía,

son más importantes que escribir un poema

 

Hay quienes encuentran en el poema una función histórica,

hay quienes devienen en funciones recreativas,

espirituales

y en contadas excepciones

de supervivencia,

pero nadie sabe bien por qué queremos tanto

esta pieza de masturbación,

purgatoria,

emancipadora

e inútil

a la que llamamos: poema

 

Y es que a veces arrancarse las uñas

es parecido a escribir un poema,

cantar orgasmos,

desempolvar fósiles,

mezclar sustancias

o dividir átomos

 

En un espacio entre la dramaturgia y la verdad

se encuentra el poema,

falto de un propósito,

se desenvuelve en el área que se le asigne:

discursos motivacionales,

cartas de despedida,

servicios fúnebres,

invitaciones a la guerra,

encuentros zen,

cumpleaños infantiles,

talleres virtuales,

discursos presidenciales

y misas

 

Es más importante no escribir un poema,

no pensar en poemas,

no leerlos,

vivirlos tal vez

y dejar que nos definan

en el reino del ocio

 

Porque el poema quiere vivir

pero para que viva,

tiene que morir el poeta.

Es más importante la muerte de un poeta,

que escribir un poema.

 

 

                                                                                                        (Después de la felicidad, 2024)

 

 

 

 

 

 

Diciembre

 

Costó entender que no había castigo

no había venganza eficiente

ni salvación redentora

no había una casa como la del primer hogar

ni risas que sustituyeran a los muertos,

es inevitable guardar precipicios

sobreponernos al lamento de nacer  

¿Por qué?

porque la paciencia ahoga

¿Y después?

¿El silencio?

¿La calma?

¿La totalidad?

guerras inútiles por lo inexorable

acalorados debates por trepar al podio

¿Redundancias básicas y evidentes?

¿Qué más hay?

para nuestros cerebros pequeños en relación al universo al que aspiran

¿Qué más queda?

¿Perderse en la gran mente sin mente individual?

¿Convertirse en un interludio que no termina?

¿Mendigar por el azul del cielo?

¿Por la palabra honesta?

¿Por el pacto inquebrantable?

¿Mendigar por otros soles

y por caricias que sean cómo cuencos tibetanos?

 

No niego las tinieblas en mi sangre

no niego las voces atroces

ni niego que mis músculos no duermen intactos

ni mi piel inmaculada

ni mi espíritu divino,

nadie es puro veneno

nadie es pura bondad

nadie dice: teorizas las propiedades de Saturno

ahora lloras por conocer sus límites

sus conclusiones

de ajedrez perfecto

en el que los sometidos bailan

 

Así, llegó diciembre,

como una escoba y,

así se fue,

nos dejó los cimientos del sueño

sin jactancia, expuso sus términos

trazó un plan para nuestras vidas

y nos sacudió desconsolados

por la precisión del gran reloj

por lo ominoso de cada tiempo

 

¿No hay un límite de muertes por año?

¿Acaso no basta con ser la yesca

y ser reducidos por coexistir,

como coexiste el fuego

y el lamento-carne

una lengua bífida

un guiño trémulo,

de aromas pincel,

de donde nacen las alegorías

las zarzas

y nuestros rebuznos,

cuando somos demasiado obedientes?

La obediencia ciega a nadie

ni a nosotros mismos que poco conocemos,

que poco sabemos de nuestras propias intenciones

y nuestras impropias perspectivas,

mejor cuestionarnos,

en algunas trincheras sonrientes,

no siempre sucumbir a ellas

más bien digo: hace bien

nos refresca

nos abre

 

En el dominio de las metáforas,

se siembra

para que una tarde cualquiera

te queme las pestañas

y crezcan sus bosques salvajes

 

La fortuna

es la de no habitar siempre el espanto

y encontrar reposo en esta encrucijada:

momentos para presenciar

segundos para intuir

besos para callarse

abrazos para no desfallecer en el intento

de romper las cadenas de la ingratitud

y hundirse en el continuo vaso a medias

de los placeres inagotables

 

Diciembre,

la pedagogía de la conclusión

no hay a medias en diciembre

saltás o te empuja

entrás o te arrastra

corrés o rodás

gritás o escribís

¿y si no es permitido?

algo uno se inventa

o algo se inventa diciembre

para que uno cambie

 

Ya no lloraré la carta que no hice

no fingiré amnesia

estudiaré la túnica que no portaré

el alfabeto que no entiendo

despediré cuánticos discursos retóricos

que me sonrojan y perturban

por la precisión de las categorías

y la negación de los abandonos

no adularé a cambio del respeto

ni me inclinaré ante mis verdugos

y sus hachas afiladas

no me hallarán esperando

no aplastarán mi cabeza con sus botas morales y,

si nos encontramos, será por justicia

porque la reacción lo precisa

 

Antes, ansiaba diciembre

ahora, le temo

los pasos vociferan profecías

ya no el verde montaña

ya no el viento invernal,

que soplaba la lipidia y los lamentos,

a cada quien le consumirá su locura

o le salvará un instante,

condenado por la traición de los principios,

por la tentación de los atajos

las gratificaciones instantáneas

el laxo estado de nuestra razón

y del país pedófilo

que nos pare y nos viola

en cada una de sus segmentaciones

 

La verdad está hecha de finos hilos invisibles,

que enmarañan cada una de nuestras guaridas

que articulan esta burla

esta maravillosa y grotesca burla

donde diciembre dice que aprendimos poco

aun habiendo agonizado

con los intestinos espirituales al aire

los ideales lacerados

las melodías rotas

las copas llenas

pero no nos pertenecen las copas

y ya debemos 1400 años de su contenido,

y sus dueños nos indican sonriendo

cómo se sostienen

cómo se posan los labios

cómo se convierten en orina

y cómo se perdona cualquier inconveniente

en el medio de su elaboración

 

Por eso, saltamos entre cerros

sin salir de nuestras camas

leemos los retazos nubilosos

de ciudades exóticas

pueblos míticos

 mares insondables

pendientes nubladas  

borrascas lascivas

e infinitas condiciones de amplio espectro  

 

Me intriga el epílogo de diciembre,

este continuo parafraseo apático

de resonancias cósmicas

 

Se alertan los sensores fotogénicos

uno se inclina ante el crepúsculo

mezcla de respeto y miedo,

la nunca lista para el corte preciso

de precisas intenciones

 

Sí, la espeluznante mesura nos hace temblar,

pero es un buen camino

la longevidad de los árboles lo demuestra

el alba lo canta

los sapos nadan en su legado

un reflejo huye por sus cauces

nadie sacude y vadea

especulamos sin control alguno

estamos hartos de tantas sandeces y,

aun así, las amamos

nos aferramos a ellas

les imploramos que no nos abandonen

a la buena de un dios ausente

 

En algún lado, está el saxofón solitario de Jimmy

alumbrando veredas espaciales

burlándose de alguien ingenuo

que cree que la música la inventó un hombre

Jimmy sabe que fue la música

quien nos creó

con sus violentas variantes

con sus reacciones químicas

su matemática ancestral

la fundición de quien ejecuta

y su instrumento

 

Tal vez, no es tan nefasto

diciembre,

prueba de ello este encuentro

este brindis entre humos  

y gestos interlocutores

de espasmos simultáneos

carentes de arrogancia,

desbordando en complicidad etérea

en sulfurante algarabía,

contenida en la mínima porción pensable

 

Así como llegan las estrellas

llegan las altas mareas,

que traen bestias gigantes de otros ismos

de latidos ensordecedores

tormentas imponentes

que ablandan los cráneos

y los esqueletos de acero

y revientan en las neuronas tenues

como olas en las rocas estancadas

con el peso del misterio

sobre un puente común.

 

 

 

 

                                                 (El fin de la felicidad, 2023, Ediciones Piratas)

 
 
 

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